¿A quién no le gustan los regalos?
Creo que no existe nadie a quien no le encante un buen regalo… Sin embargo, hoy quiero hablarte sobre tal vez uno de los regalos más grandes que alguien nos haya podido dar: la gracia.
La gracia significa un regalo inmerecido. Ah, ¡pero no se trata de cualquier regalo! Pues es un regalo que viene de parte de Dios. Y es que es tan especial, que una vez que lo recibes, tu vida nunca vuelve a ser igual. Quizás ahora tengas muchas preguntas, pero vamos despacio. Primero déjame contarte una historia (ponte cómoda, esto va a tardar un poco)…
Hace mucho tiempo (en el principio de la creación para ser específicos) hubo un hombre y una mujer: Adán y Eva (quizás hayas escuchado hablar de ellos, los cuales estaban en un gran jardín llamado el Edén; y ese jardín (que significa deleite) era un lugar especial, porque Dios estaba ahí todo el tiempo. Dios podía hablar con Adán y Eva todo el tiempo, su voz era audible para ellos y tenían una relación constante.
Sin embargo, un día (no tan bueno) apareció en la escena un animal. Un animal espantoso que causó un daño terrible: la serpiente. La serpiente, (enemiga de Dios desde el principio), se acercó a Eva y la engañó. La tentó diciéndole que no era malo comer de un fruto de un árbol el cual Dios había prohibido comer de él rotundamente.
Esto fue lo que pasó:
La serpiente era el más astuto de todos los animales salvajes que el Señor Dios había hecho. Cierto día le preguntó a la mujer: —¿De veras Dios les dijo que no deben comer del fruto de ninguno de los árboles del huerto? (Génesis 3:1 NTV)
A lo que Eva respondió:
– Claro que podemos comer del fruto de los árboles del huerto – contestó la mujer. Es solo del fruto del árbol que está en medio del huerto del que no se nos permite comer. Dios dijo: “No deben comerlo, ni siquiera tocarlo; si lo hacen, morirán”. (Génesis 3:2-3 NTV)
Aquí viene la peor parte, porque la serpiente le dijo:
¡No morirán! -respondió la serpiente a la mujer-. Dios sabe que, en cuanto coman del fruto, se les abrirán los ojos y serán como Dios, con el conocimiento del bien y del mal. (Génesis 3:4 NTV)
A lo que a Eva le pareció bien, por lo que decidió comer del fruto y no sólo comer de él, sino que dió también a Adán (su marido). ¡Terrible decisión! Pues a partir de ese momento, todo el propósito que Dios tenía con el hombre y la humanidad se perdió. Puesto que, al haber desobedecido una orden, el pecado (que significa separación) entró en el mundo y Adán y Eva no sólo quedaron separados de Dios, sino que ¡todos nosotros también!.
Hasta aquí, esta historia suena desalentadora, pero no te preocupes, pues todo en los planes de Dios es perfecto y para nuestra gran fortuna los hubo…