Serie Retiñirán Ambos Oídos
“…retiñirán ambos oídos…” (1o Samuel 3:11; 2o Reyes 21:12; Jeremías 19:3)
Llamado al Arrepentimiento y Obediencia
Introducción
El objetivo de estas páginas es que muchos dentro del Cuerpo de Cristo escuchen el llamado de las trompetas que están sonando. Es un sonido de alarma para recordarles a los hijos de Dios que el tiempo largamente esperado de la cosecha final se acerca y que nos introduce a una fiesta solemne: la Fiesta de los Tabernáculos, a la que solo podemos entrar afligiendo nuestras almas en arrepentimiento verdadero (Levítico 23:26-43; Números 29:1). Sí; es tiempo de afligir el alma en arrepentimiento genuino, pero también de alzar nuestras cabezas porque nuestra redención se acerca (Lucas 21:28). Es un llamado solemne, firme, serio y grave, pero trascendental y definitivo para nuestras almas.
Si usted se encuentra dolido, cargado e indignado del estado actual de la iglesia visible (la iglesia física que se ve en denominaciones y congregaciones, todas diciendo que son la verdadera); si al estar en una congregación el testimonio interior que tiene es que allí no están buscando hacer la voluntad de Dios sino el beneficio de unos pocos; si discierne que han vuelto la iglesia una empresa lucrativa y, qué terrible, un fortín y codiciado tesoro político; que con el fin de ganar el mundo para Cristo, terminaron abriendo de par en par las puertas al mundo y acomodándose a él; si su corazón busca con sinceridad a Cristo y sabe que necesita tener comunión con otros hermanos pero no halla lugar donde congregarse sin que lo manipulen.
Sepa que Jesucristo, el Buen Pastor, lo está pastoreando y lo está llamando a que salga fuera de la Babilonia espiritual (Apocalipsis 18:4) para que lo mire solo a Él. Comprenda que no está solo en esa pena y en ese oscuro caminar. En Hebreos 13:11-13 dice que debemos salir del campamento (símbolo de religiones, congregaciones, denominaciones, dogmas, énfasis doctrinales, rituales, banderas) tal como Cristo padeció fuera del campamento – la ciudad de Jerusalén terrenal, con su judaísmo como religión central – y que llevemos su vituperio, es decir, que nos identifiquemos con El. Tendrá que pagar el precio del desierto y la soledad pasajeros, pero la buena noticia es que El lo congregará a Su manera con otros miembros del Cuerpo de Cristo que también han tenido que salir, que también están siendo traspasados de muchas tribulaciones, que han aceptado cargar su cruz y salir fuera del campamento organizado, que están realizando el mismo peregrinaje hacia la Jerusalén celestial. Es salir de la Babilonia espiritual para tener comunión con Cristo allí en Espíritu y en verdad, pues en Génesis 49:10 dice que “…a Él se congregarán los pueblos”. Allí se encontrará con el consuelo de Cristo manifestado en su Cuerpo, allí habrá provisión para su sed y hambre de justicia, allí recibirá consejo y guía divinos para dar el próximo paso, tal como a Pablo le fue dicho que “allí” se le diría lo que debía hacer (Hechos 9:6); allí los miembros del ejército de Dios serán entrenados y facultados para ocupar los cargos a que El los ha llamado para esta última hora, allí como piedra viva será edificado por la mano invisible del Constructor Perfecto a fin de que en el Edificio, la Casa o Templo Vivo se manifieste el orden que los hombres no pueden dar.
Usted habrá advertido que en nuestros días los principales fundamentos del mundo se están viniendo abajo -se están desmoronando ante nuestros ojos, estamos escuchando cómo cruje la estructura del mundo (Daniel 2:34 y Apocalipsis 11:15)-. La democracia ha resultado un fiasco que ha defraudado al mundo entero –no podía ser otra cosa, cuando se arroga la Soberanía que pertenece solo a Dios y la proclama en el pueblo, en los hombres-; la economía capitalista tanto de derecha como de izquierda, ha demostrado que no tiene cómo solucionar los problemas de inequidad, pobreza y sufrimiento; la religión, que ha perdido toda credibilidad, se muestra impotente para mostrar el camino y sus principales líderes envueltos en vergonzantes escándalos.
Entonces si Dios lo está llamando para ser guardado por fe (1ª Pedro 1:5), seguramente habrá experimentado cómo El estrechará el cerco sobre su vida, cómo desbaratará los emprendimientos obra de su carne una y otra vez, cómo no le dejará prosperar en los caminos propios, cómo lo ceñirá tan de cerca como si fuera un cinto preferido, cómo su disciplina y castigo estarán sobre usted para dar fruto de justicia. Todo esto es para que usted pueda escuchar Su voz de primera mano, directamente, sin intermediarios y sea librado del engaño espiritual de esta hora, pues todas las fuerzas del maligno luchan desesperadamente porque saben que les queda poco tiempo (Apocalipsis 12:12). Hay un manto de engaño, de espíritus de error, de doctrinas de demonios campeándose libremente y solo quien esté en el lugar íntimo del Señor, en obediencia a Él, podrá discernir lo que es de Él y lo que no.
Hoy estamos como ese remanente pequeño al que un día le dijo el Señor que permaneciera en Jerusalén hasta que viniera sobre ellos el Espíritu Santo (Lucas 24:49 y Hechos 1:4). Estamos detenidos, mas no derrotados, esperando instrucciones; estamos quietos aguardando a que El diga cuál es el siguiente paso, estamos atentos a la nube de día y a la columna de fuego de noche a fin de ser aptos para arrebatar por fe la herencia prometida para esta hora. Guárdenos Dios que, cansados de esperar, quizá desilusionados porque la respuesta divina se tarda, busquemos dioses ajenos que vayan delante de nosotros (Éxodo 32:1).